El cáncer de la próstata es un mal que ataca a los hombres en su edad adulta, más frecuentemente en personas mayores de 50 años. Esta enfermedad es uno de los cánceres más comunes después del cáncer de la piel y es la segunda causa de muerte en los hombres norteamericanos. Por esta razón es importante conocer los factores de riesgo, los síntomas, los tratamientos y cómo prevenirlo.
¿Qué es el cáncer de la próstata?
Comparación entre una próstata sana y un próstata cancerosa |
Factores de riesgo y prevención
Las causas no son bien conocidas, no se sabe muy bien por qué en algunos casos aparecen células cancerosas y en otros no. Se están estudiando los factores de riesgo que pueden aumentar las posibilidades de padecer esta enfermedad. Entre otros factores, están los siguientes:
Edad: la probabilidad de tener cáncer de próstata aumenta considerablemente a partir de los 50 años. Más del 80% se diagnostica en hombres mayores de 65 años.
Raza: es más frecuente en hombres de raza negra.
Nacionalidad: es más común en América del Norte y en Europa Noroccidental y menos frecuente en Asia, África, América Central y América del Sur.
Una dieta adecuada puede cambiar su vida y hacerlo más saludable. |
Actividad física: realizar una actividad física regular y mantener un peso adecuado ayudan a disminuir el riesgo de cáncer de próstata.
Alteraciones genéticas: en familias en las que uno de sus miembros, como el padre o un hermano han tenido cáncer de próstata, está aumentado el riesgo, en otro miembro, de sufrir esta enfermedad.
Actividad hormonal: la testosterona en un principio "dispara" el crecimiento del cáncer de próstata, pero cuando este tumor está en una fase avanzada, la testosterona consigue detener el crecimiento. Las razones de esta actividad no se conocen todavía pero existen estudios que están investigando la función de la testosterona para emplearla en la lucha contra este tipo de cáncer.
Muchos de estos factores no pueden cambiarse, pero otros, como la dieta o la actividad física, sí.
Los síntomas más frecuentes
- Necesidad de orinar frecuentemente y sobre todo, por la noche.
- Dificultad para comenzar la micción o detenerla.
- Incapacidad para orinar.
- Interrupción del flujo de orina o débil.
- Micción dolorosa o sensación de quemazón.
- Dificultad para tener una erección.
- Eyaculación dolorosa.
- Sangre en orina o semen.
- Dolor frecuente o sensación de tensión en la parte inferior del abdomen, en caderas o en la parte superior de los muslos.
Estudios para detectar el cáncer de la próstata
Tacto rectal: el tacto rectal consiste en que el médico introduce un dedo cubierto con un guante lubricado en el recto del paciente para detectar cualquier anormalidad o bulto que pudiera ser un cáncer. La próstata está situada cerca del recto y generalmente los tumores comienzan por las zonas que pueden palparse. La prueba dura poco tiempo y, aunque es incómoda, no es dolorosa.
Ecografía transrectal: utiliza ondas sonoras para crear una imagen de la próstata en un monitor. Con esta prueba puede visualizarse cualquier alteración. Es muy útil para aquellos tipos de tumores que se presentan en zonas que no pueden palparse.
Biopsia: es un procedimiento quirúrgico en donde se toman muestras de tejidos para analizarlos al microscopio. Se toman varias muestras de diferentes zonas de la próstata para tener una visión representativa. Es el método principal para confirmar el diagnóstico de cáncer.
Prostatectomía radical: con esta operación se extirpa toda la glándula prostática y se utiliza cuando el cáncer no se ha propagado más allá de la próstata. La intervención se realiza mediante un instrumento que se introduce por uretra. Éste lleva insertado un pequeño metal que al calentarse corta la parte de tejido maligno. Se emplea anestesia general o epidural. La operación dura aproximadamente una hora.
Criocirugía: consiste en congelar las células cancerosas para mantener localizado el cáncer. Se realiza colocando una sonda, a través de una incisión en la piel, entre el ano y el escroto.
Radioterapia: La radioterapia consiste en el empleo de rayos de alta energía, como rayos X, para destruir o disminuir el número de células cancerosas. Es un tratamiento local.
Braquiterapia: consiste en un tipo de radioterapia interna. Se utilizan unas pequeñas partículas, del tamaño de un grano de arroz, que son insertadas en la próstata. Estas partículas son radiactivas y emiten radiación durante semanas o meses. No producen dolor, su tamaño es muy pequeño, su presencia ocasiona poca incomodidad.
Tratamiento hormonal: consiste en disminuir los niveles de andrógenos, hormonas masculinas porque éstas provocan un crecimiento de las células cancerosas. Al disminuir los niveles de estas hormonas, se pueden reducir o hacer que crezca más lentamente el cáncer pero no se cura. Este tratamiento se utiliza con aquellos pacientes que tienen un cáncer de próstata extendido a otras partes del cuerpo.
Quimioterapia: se utiliza cuando el cáncer de próstata se ha extendido fuera de la glándula prostática y cuando la terapia hormonal ha fallado. Con ella no se persigue destruir todas las células cancerosas pero sí reducir los síntomas y retrasar la evolución del cáncer. No se recomienda su uso para las primeras etapas del cáncer de próstata.
El cáncer de la próstata es una enfermedad temible que si no es detectada a tiempo puede causar la muerte, por lo tanto es importante llevar una vida saludable para prevenir ésta y otras enfermedades. Alimentarse adecuadamente, ejercitarse, y hacerse estudios rutinarios para detectar temprano cualquier enfermedad o condición que nos pueda afectar y de ésta forma tener una mejor condición de vida.
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