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viernes, 2 de noviembre de 2018

Espina bífida - Primera parte

A través de esta serie de artículos conoceremos lo qué es la espina bífida, cuáles son las posibles causas de la misma, quiénes están en riesgo de padecerlo, consecuencias de esta condición, cómo prevenirla y cómo detectarla antes del nacimiento. Por ser un tema un tanto extenso se dividirá en varios artículos.   



¿Qué es la espina bífida?
Es un trastorno o condición congénita del tubo neural, por lo que la columna vertebral no se cierra durante el desarrollo prenatal. Se caracteriza porque uno o varios arcos vertebrales posteriores no se fusionan correctamente durante la gestación y la médula espinal queda sin protección ósea. Esta condición se denomina también como hendidura o espina abierta, la cual afecta la columna vertebral y, en algunos casos, la médula espinal. La posición más común de la lesión es en la región toracolumbar de la columna, luego en las regiones lumbosacras, torácicas y cervicales.

Cuando las vertebras no sellan
adecuadamente ocurre la espina bífida.
¿Cuáles son las causas de la espina bífida?
Aunque no se tiene certeza de las causas de la espina bífida, los científicos creen que algunos factores genéticos y ambientales pueden interactuar para crear este y otros defectos del tubo neural. El 95% de los bebés con espina bífida y otros defectos del tubo neural nace de padres sin antecedentes familiares de estos trastornos. También se ha determinado que la principal causa de la espina bífida en el 95% de los casos se debe a un déficit de ácido fólico en la madre durante los meses previos al embarazo y en las tres semanas siguientes, aunque existe un 5% de los casos cuya causa es totalmente desconocida. Otras causas lo son:
  • Tratamiento materno con fármacos como anticonvulsivos, tratamiento para la psoriasis y el acné, tratamiento psiquiátrico y medicamentos hormonales.
  • Déficit de vitaminas en la madre, especialmente ácido fólico (B9) y B12.
  • Causa genética - Las madres que ya han tenido un hijo con espina bífida tienen más riesgo de que también aparezca en los siguientes hijos.
  • Gripe materna en el primer trimestre del embarazo.
  • Otros factores de riesgo lo son:
    • Edad materna: madres adolescentes o de más de 35 años.
    • Antecedentes de aborto anterior.
    • Orden del nacimiento (los primogénitos tienen un riesgo más alto).

Tipos de espina bífida
Básicamente existen dos tipos de espina bífida, la espina bífida oculta y la espina bífida abierta o quística.
  • Espina bífida oculta – en este caso muchas personas con espina bífida oculta no saben que la tienen. Aparece un pequeño defecto o abertura en una o más vértebras. Algunas tienen un lipoma, hoyuelo, vellosidad localizada, mancha oscura o una protuberancia sobre la zona afectada. En este caso la médula espinal y los nervios no están alterados o sus síntomas no aparecen hasta edades avanzadas. Estos síntomas pueden ser de tres tipos:
  1. Neurológicos: debilidad en las extremidades inferiores, atrofia de una pierna o pie, escasa sensibilidad o alteración de los reflejos.
  2. Genito-urinarios: incontinencia de orina o hec
    es o retención de orina.
  3. Ortopédicos: Deformidad de los pies o diferencias de tamaño.
Tipos de espina bífida

  • Espina bífida abierta o quística - es el tipo más grave, la lesión suele apreciarse claramente como un abultamiento, en forma de quiste, en la zona de la espalda afectada. 
Se distinguen varios tipos:
  1. Meningocele y lipomeningocele - Son las formas menos frecuentes. Una o más vértebras presentan una abertura de la que asoma un quiste lleno de líquido cefalorraquídeo que contiene parte de las meninges pero no los nervios espinales. Sus concecuencias son menos graves, tanto en las funciones locomotoras como urinarias. El quiste puede ser extirpado mediante cirugía y, por lo general, permite el desarrollo normal.   
  2. Mielomeningocele - es la más grave y más frecuente. El quiste contiene tanto las membranas como las raíces nerviosas de la médula espinal y a menudo la médula en sí. Ocasionalmente la médula espinal y los nervios quedan al descubierto. Los bebés afectados tienen un alto riesgo de contraer una infección hasta que se cierre la espalda quirúrgicamente, aunque un tratamiento antibiótico puede ofrecer protección temporal. Por lo general, los bebés con mielomeningocele requieren cirugía dentro de las 24 a 48 horas de su nacimiento. Los médicos vuelven a colocar quirúrgicamente en su lugar los nervios expuestos y la médula espinal en el canal espinal y los cubren con músculo y piel. La cirugía inmediata ayuda a evitar lesiones nerviosas adicionales. No obstante, la lesión nerviosa que ya ha tenido lugar no puede revertirse. Lo más pronto posible después de la cirugía, un fisioterapeuta enseña a los padres cómo ejercitar las piernas y pies de su bebé para prepararlo para caminar con dispositivos ortopédicos y muletas. A pesar de la cirugía, los bebés continúan teniendo cierta parálisis en las piernas y problemas de control de la vejiga y los intestinos. En general, cuanto más alto se encuentre el quiste en la espalda, más grave será la parálisis. 

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